Tu primera sesión de terapia psicológica: qué esperar, de forma humana y sincera
Ir a terapia por primera vez
Ir a terapia por primera vez es como llegar a una cita a ciegas con alguien que va a escuchar absolutamente todo lo que normalmente no le cuentas a nadie. Es normal sentir nervios, vergüenza, ganas de salir corriendo o incluso pensar “¿y si no tengo nada que decir?”. Tranquilo/a, eso le pasa al 99 % de las personas que cruzan la puerta del consultorio (o encienden la cámara en terapia online).
La primera sesión NO es para “arreglarte” de golpe. No es una varita mágica. Es simplemente un encuentro para que el psicólogo y tú se conozcan, como dos personas normales, y empiecen a ver si pueden trabajar juntos.
¿Para qué sirve realmente la primera sesión?
Conocerse y generar confianza
El psicólogo necesita saber quién eres tú más allá del motivo que te trajo. Y tú necesitas sentir si esa persona te genera suficiente seguridad como para contarle cosas difíciles más adelante.
Entender qué te está pasando
No se trata de que llegues y digas “tengo ansiedad” y ya. El profesional va a querer saber desde cuándo, cómo se siente en tu cuerpo, qué situaciones la disparan, cómo era tu vida antes, cómo es tu familia, tus relaciones, tu trabajo… Todo eso ayuda a armar el mapa completo.
Decidir juntos el camino
Con esa información, el psicólogo puede pensar cuál es la mejor forma de ayudarte: terapia cognitivo-conductual, EMDR, terapia sistémica, enfoque humanista, etc. No todos los enfoques sirven para todo ni para todas las personas.
Bajar la presión
La primera sesión también sirve para que veas que no estás “loco/a”, que lo que te pasa es humano y que hay esperanza. Muchas personas salen diciendo: “Uff, menos mal que vine, pensé que era el único que se sentía así”.
¿Qué pasa exactamente en esa primera hora?
Saludo y romper el hielo
El psicólogo te va a recibir, te ofrece asiento o te saluda por cámara, y suele empezar con algo suave: “¿Cómo llegaste hasta aquí hoy?”, “¿Qué te trajo a consulta?”, “¿Alguien te recomendó o fue decisión tuya?”.
Explicación del encuadre (muy importante)
Te va a contar cómo funciona la terapia con él/ella: confidencialidad (todo lo que digas queda ahí, salvo riesgo grave para ti o terceros), duración de las sesiones, frecuencia recomendada, forma de pago, política de cancelación, etc. Esto es para que estés tranquilo/a y sepas las reglas del juego.
Preguntas abiertas (La sección donde se profundiza realmente)
Aquí empieza lo “incómodo pero necesario”. Te van a preguntar cosas como:
¿Cuál es el motivo principal por el que viniste?
¿Desde cuándo te sientes así?
¿Has tenido episodios parecidos antes?
¿Cómo es un día normal en tu vida?
¿Cómo está tu sueño, tu apetito, tu energía?
¿Tomas medicación o has ido a psiquiatría?
¿Cómo son tus relaciones más cercanas?
¿Hubo eventos difíciles en tu infancia o adolescencia?
¿Qué esperas de la terapia?
Puedes responder lo que quieras y al ritmo que quieras. No hay respuestas malas. Si algo te cuesta mucho, puedes decir “esto todavía no me animo a contarlo” y está perfecto.
Cierre y acuerdo del siguiente paso
Al final el psicólogo suele resumir lo que entendió, te pregunta si te sentiste escuchado/a, y juntos deciden si quieren seguir trabajando. También te puede dar alguna tarea pequeña para la casa (llevar un registro de emociones, leer algo, etc.), aunque muchos prefieren no dar tareas en la primera sesión.
Cosas importantes que tienes que saber
Es normal quedarse en blanco o llorar o reírse nervioso. Todo vale.
No tienes que llegar con todo resuelto ni con un discurso preparado.
Una sola sesión no soluciona problemas de meses o años. Es como ir al gimnasio: la primera vez sales igual de “fuera de forma”, pero empiezas el proceso.
Si después de la primera sesión sientes que no “conectaste” con ese psicólogo, está bien buscar otro. La relación terapéutica es clave, y no con todos hacemos clic.
No estás perdiendo el tiempo ni el dinero: estás invirtiendo en entenderte y sentirte mejor a largo plazo.
En resumen…
La primera sesión es incómoda porque estás abriendo la puerta de tu mundo interior a un desconocido. Pero también es liberadora, porque por primera vez alguien te escucha sin juzgar, sin interrumpir y sin darte consejos baratos.
Si estás pensando en ir, date permiso de sentirte raro/a el primer día. Es parte del proceso. Y cuando termine la sesión, probablemente te des cuenta de que sobreviviste… y de que valió la pena.
Ánimo, el primer paso ya lo estás dando al leer esto. El segundo es agendar esa cita. Mereces sentirte mejor.
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✍️ Redactado por Licda. Nancy Álvarez Psicóloga clínica en Guatemala – Terapia individual, regulación emocional y bienestar personal.
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